miércoles, 20 de noviembre de 2013

Páginas diarias

A veces voy caminando cualquier día y me narro a mí misma lo que hago.

«Tomé el autobús. No tenía ganas de hacer o ver a nadie. Las lágrimas eran incontenibles, una tristeza casi palpable. 
Me senté en el asiento que queda frente a la puerta para bajar. Recargué la cabeza en la ventana hacia la izquierda escondiendo mi rostro de los pasajeros. 
Una señora se sentó junto a mí, traía una bebé. Era morena y tenía vestidos indígenas. Creo que platicaba con la señora adelante.»

Es como preparar la narración por si llegara a pasar algo emocionante que quisiera contar o guardar para mí por escrito. 

«Volví la cabeza hacia la ventana, lo más inclinada posible. Se me salían suspiros cortos y rápidos que empañaban el vidrio. Intenté que mis ojos se tragaran las lágrimas pero al fin salieron.
Sentí que algo rozaba mi brazo. Algo suave y pequeño.»

También espero que al irlo narrando, encuentre algo más especial en lo cotidiano, o por el sólo hecho, pase algo emocionante.

«Sequé la lágrima rápido y volteé a ver mi brazo. Una mano, una pequeñísima mano como de siete centímetros estaba extendida sobre él. La observé, seguí con la mirada el bracito hasta que llegué a la mirada de la bebé. Unos labios con un ligero puchero. Nariz pequeñita y unos ojos negros que me miraban fijamente.»

A veces sí pasa algo importante y olvido llegar a escribir.

«No apartó su mirada de la mía ni yo de la suya. De alguna forma parecía que a su escaso año de edad, comprendía el dolor detrás de una lágrima. Arqueó las cejas y comenzó a sobar mi brazo. Tomé su mano y apretó la mía mientras su mirada intentaba consolarme.
Me acomodó la pulsera y se acomodó en los brazos de su mamá. Habría sido pecado esconderle a ella mi dolor, se lo dije todo, todo con la mirada, y me sobó todo con su pequeña mano.»

Y es que nunca he escrito un diario.

«Pedí permiso, y la señora se hizo a un lado y pasé hacia la puerta, volteé a ver a la niña quién yacía bien acomodada entre los brazos de su mamá, aparentando no haber oído nada. Me guardará el secreto.  Sonreí y me bajé del autobús.»

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